
El denunciante de Barreda, en Radio 10
Un testigo asegura que el asesino múltiple fue visto comprando tallarines. Así, evadió su arresto domiciliario y salió a hacer compras con su novia. En tanto, alertan sobre los últimos informes psicológicos
El denunciante se presentó a fines del año pasado en un juzgado de la Capital Federal para declarar que había visto a Ricardo Barreda comprando pastas en un comercio del barrio porteño de Belgrano, junto a una mujer que se presume sería su novia, Berta "Pochi" André, informó el sitio web Diario Hoy.
"En ese momento quedé realmente sorprendido, no entendía cómo esa persona estaba libre, haciendo compras, porque venía también con otras bolsitas", relató el denunciante en Radio 10.
Según dijo, el hecho ocurrió cerca de las 21, en una fábrica de pastas ubicada en la calle Amenábar 2200. "Es una persona inconfundible (...). Doy fe que esa persona era él", afirmó.
Inmediatamente, la cuestión fue derivada a la Cámara Penal platense que le otorgó el arresto domiciliario, que ayer citó al imputado. Pero, ante los jueces de la Sala I Pedro Luis Soria, Silvia Oyhamburu y Raúl Dalto, el odontólogo negó los dichos del denunciante.
Es por ello que posiblemente serán citados, en un futuro cercano, los vecinos más cercanos de la pareja, con el fin de constatar sus movimientos. También se requerirán los videos de las cámaras de seguridad del comercio, en caso de tenerlos.
Por otra parte, los informes psicológicos y técnicos elaborados por los especialistas del Patronato de Liberados y del Servicio Penitenciario Bonaerense señalan que Barreda "no está adaptándose bien al encierro".
"Y como no tiene familia, ni un lugar alternativo donde poder cumplir las condiciones del arresto domiciliario, debería ser revocado el beneficio" y volver a la Unidad 12 de Gorina, explicó el camarista Soria. Hasta que se terminen de analizar los informes, el odontólogo se quedará con "Pochi".
Ricardo Barreda estuvo detenido 15 años y medio hasta que su actual pareja ofreció a la Cámara alojarlo en su casa. La Justicia le concedió ese beneficio, por lo que quedó recluido en ese departamento y bajo tratamiento psicológico.
El 15 de noviembre de 1992, el odontólogo asesinó a su esposa Gladys Mc Donald, a su suegra y a sus dos hijas de 24 y 26 años con una escopeta calibre 16,5 en su casa de la calle 48 de La Plata.
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